jueves, 26 de noviembre de 2009

Prólogo: las galaxias en serio

Una manera de comenzar sería tomando distancia del tema.


Nadie podrá discutir entonces que una distancia interestelar, es una buena distancia.

Y así, por esos milagros de la tecnología, aunque sean muy lejanas, uno puede comprobar que hay galaxias en serio, y saber entonces que...

...en las galaxias en serio, la cosa es así:

Hay unos buenos (seis, androides incluidos ) que luchan por la libertad.

Repaso mis conocimientos galácticos: No llega a saberse por la libertad de quién luchan. Hay uno cuya libertad nunca fue amenazada, sólo que se aburría un poco en el campo del planeta en el que vivía; un día vio el holograma de una mina - princesa ella- y se calentó. Otro de los buenos es un mercenario, contrabandista y no sé que más; está acompañado por un gigante peludo al cual no se le entiende cuando habla, que sólo es bueno porque acompaña al mercenario y contrabandista, quien a su vez cada vez que puede le hace comentarios racistas sobre su aspecto, vellosidad, etc. Y está la princesa, la que calentó holográficamente al primer bueno mencionado, pero que al final resultó ser su hermana.

Y dos androides, uno cobarde, y otro, al que tampoco se le entiende, pero que es bajito y no es peludo.

Estos son los buenos. Como queda dicho, uno lucha por calentura, los otros por plata, la princesa porque quiere recuperar su lugar: no llegamos a saber si lo perdió porque en realidad era una opresora y explotadora; quizás tuviera que irse en helicóptero desde la astronave de gobierno. Tiene el peinado de la dama de Elche, lo que demuestra la inequívoca influencia que ejercieron las galaxias en serio sobre los países en serio.

Y los androides porque estaban ahí desde antes.

Los malos: un Imperio (Estado) muy grande, que es malo porque por y para la caja fue cooptando a todos los gobernadores corruptos de los distintos planetas, corruptos por eso mismo, porque por la caja se dejaron cooptar. No se conocen otros motivos.

Es evidente que el Imperio (Estado) es malo, no hay discusión posible.

Son malos ideales: para probar un arma, eliminan a un planeta entero, con millones de personas dentro. Sin despeinarse. Pero tienen su lado caprichosito: cada vez que tienen a los buenos en sus manos -los suprascritos-, no los matan. Discuten con ellos, disfrutan ante la perspectiva de un futuro sufrimiento de esos seis buenos -androides incluidos-.

Es como mínimo raro.

Sigamos a los buenos en su periplo. En las bases de los malos, hay miles de malos caminando por los pasillos con aspecto de absoluta normalidad. Uno, que ya ha vivido, sabe que el Imperio también lleva su tiempo en pie; es posible concluir que la mayoría de los viandantes de la Estrella de la Muerte son malos nacidos y criados, por usar un concepto conocido, es más, puede decirse que son todos empleados públicos. Incluso me arriesgaría -en realidad, no es mucho riesgo- a decir que esos miles, millones, ni siquiera saben que son malos. Han nacido durante la vigencia del Imperio (Estado), de vientre de mujer -eso nunca ha estado en discusión en las galaxias en serio-, han estudiado, hecho seguramente concurso público para poder manejar cualquier ínfima parte de la nave, se ganan un salario, tienen sus horas libres (se los ve conversando amigable y relajadamente en muchos rincones de la nave).

Ahora bien, cuando los buenos entran de puntillas en la nave de los malos, repitamos, seis buenos, androides incluidos, entran en salas llenas de malos que simplemente están ganándose su salario, los buenos agarran y matan a todos, sin preguntar. No pierden un segundo en discutir con ellos, son malos. No se hace prisioneros entre los malos. Vemos escenas en las que miles de malos se levantan de lo que ahora sería un escritorio en una repartición pública y antes de poder despedirse de sus malas familias -que seguramente los estarán esperando en algún pequeño planeta del congaláctico- caen como moscas ante las implacables e infalibles ametralladoras láser de los buenos (seis, androides incluidos).

Pero eso sí: al final, el más malo de todos, el malo supremo, después de haber liquidado a millones de personas sin despeinarse, se redime por traicionar al otro malo supremo para salvar a su hijo, el que mataba a miles de empleados públicos sin preguntar.

Esto es representado en muchas ocasiones en el imaginario de los países en serio: podés haber sido un asesino y torturador toda tu vida, podés haber sido un mercenario como otro de los buenos suprascritos: un solo acto redentor- que suele ser una traición a los malos, que bien mirado siempre son (las) mayoría(s)-, puede salvar tu alma. Volveremos en algún momento para profundizar sobre esa sana costumbre típica de los países en serio.

En resumidas cuentas: en las galaxias en serio, los buenos son pocos, no se sabe por qué son buenos, pero salen mucho en la pantalla y siempre caen de pie. Quizás ése sea el significado de la palabra bueno en las galaxias en serio: caer siempre de pie.

Los malos son muchos, demasiados: ése tal vez sea el principal motivos por el que son malos.

Se parece bastante a como es en los países en serio.

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